De la pocilga al superespacio. El éxito de este juego simple donde
pájaros cabreados por la destrucción de sus huevos se lanzan contra los
culpables, los cerdos, trasciende cualquier lógica; pero partiendo de su
gratuidad en 2009, en menos de tres años años se ha convertido en un
fenómeno económico de primera magnitud. Su último lanzamiento, el Angry Birds Space, amplía aún más su impacto mundial.
El salto es sideral: de la pocilga terrestre al espacio estelar. La nueva versión del juego de Rovio,
no solo es cuestión de un nuevo escenario con hasta 60 niveles
distintos de dificultad. Cambia radicalmente la forma de jugar, porque
se debe tener en cuenta la ingravidez exterior y las órbitas de los
planetas para seguir matando a esos malditos cerdos verdes que, día tras
día, esquilman los nidos.
La finlandesa Rovio lanzó el jueves la nueva versión de su popular
juego, una de las sagas más exitosas de los últimos tiempos, que acumula
más de 700 millones de descargas en el mundo desde su lanzamiento en
noviembre de 2009. La compañía ofrece la nueva versión en tabletas y
teléfonos (Android y Apple) y también en ordenadores, tanto PC como Mac.
Hay nuevos pájaros y para eliminar a los cerdos se debe tener en cuenta la ingravidez exterior y las órbitas de los planetas
En breve también habrá disponibles copias físicas para adquirir en
tiendas. Los precios oscilan de los 0,79 euros para iPhone o iPod Touch a
los 2,39 euros de la versión en alta definición para iPad. En Android
están disponibles gratuitamente a cambio de publicidad y las versiones
para PC y Mac cuestan 5,95 y 3,99 euros, respectivamente.
Los protagonistas de Angry Birds Space siguen siendo los
pájaros, que el propietario del móvil, tableta y ordenador catapulta con
un tirador contra el refugio de los cerdos. La mayoría de los
personajes han sido rediseñados para su nueva vida en el espacio
exterior, como el pequeño jilguero azul, que con un toque de pantalla se
convierte en una bomba de racimo.
Hay nuevas aves en la aventura, como Ice Bird o Terrence, que harán
la vida imposible a sus acérrimos enemigos, ladrones de huevos, si el
jugador consigue adaptarse a las nuevas reglas físicas del juego, que ha
contado con la colaboración de la agencia espacial estadounidense,
NASA.
El astronauta norteamericano Don Pettit, en un vídeo grabado desde la
Estación Espacial Internacional, realiza algunas demostraciones
científicas que los jugadores de Angry Birds verán en la nueva versión de la saga, entre ellas cómo afecta la gravedad a la trayectoria
de los pájaros catapultados, muy distinta de la que hasta ahora
ofrecía. Pettit, por cierto, se sirve de un pájaro cabreado de peluche y
un globo verde, que pinta para que parezca un cerdito en su
demostración.
El lanzamiento de Angry Birds Space, la quinta entrega tras Angry Birds, Angry Bird Season, Angry Bird Rio y Angry Birds para Facebook,
el juego de mayor crecimiento en la red social, ha ido acompañado de la
mercadotecnia habitual al más puro estilo de las grandes películas
hollywoodienses, con camisetas, peluches y hasta un programa en la
cadena Nickelodeon.
National Geographic
aprovecha su tirón comercial con un libro, que traslada a humanos y
aves a través del sistema solar “y más allá, en las esquinas misteriosas
del universo”. Sin olvidar el acuerdo con Wal Mart, la mayor cadena de
distribución de Estados Unidos ni las fiestas preparadas por Rovio en
distintos puntos del planeta, desde Pekín a Helsinki.
Nadie podía predecir que un juego tan simple como adictivo
catapultaría al éxito a una compañía que había desarrollado más de 50
juegos desde su creación en 2003. Hace un año Mikael Hed, su fundador, declaraba a El PAÍS
que “quizá es el juego perfecto porque satisface a quien busca
conseguir la máxima puntuación del máximo nivel y a quien solo quiere
pasar el rato”.
Por entonces Angry Birds había conseguido 50 millones de
descargas, pero ahora que ya van por los 700 millones, su responsable de
marketing, Peter Vesterbacka, sitúa a sus pájaros cabreados al mismo
nivel del fontanero Mario (Nintendo) o la Hello Kitty (Sanrio) y a su
compañía como el nuevo Disney y no solo como un desarrollador de
videojuegos. Su valor económico, sin duda, también se catapultará. Como
ha crecido el número de sus empleados. De 50 a 300 en un solo año.
Laia Reventós/El Pais